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viernes, 25 de julio de 2008

ASCENSION AL TORRE DE CERREDO

El 26 de julio de 2008, aprovechando el puente de Santiago, conseguí ascender una de las montañas que más ganas tenía, y que por contra veía como más difíciles de conseguir: la Torre de Cerredo.

Hace un par de meses lo planifiqué todo, y me propuse una ruta de 3 días. En principio iba a ser más larga y compleja (de hecho quería llegar de Cabrones a Jermoso, con la ascensión a Cerredo por medio, pero dos cuestiones me hicieron modificar todo el planteamiento. La primera que mi compañero natural de montaña, Lipe, y con el que he hecho más ascensiones, no podía venir, y pasar el Tiro Callejo sin su ayuda (sobre todo moral) me imponía bastante respeto. De todas formas encontré en este foro un paso para alcanzar Jermoso, creo que un collado entre las torres de la Palanca y la Celada. Pero al final, al apuntarse Arturo a la expedición, y dado que no tenía ninguna experiencia en alta montaña, me hicieron desistir de esta posibilidad, que no obstante queda en el tintero para el futuro.

VIERNES 25 DE JULIO: Tras madrugar y salir de Santurce, llegamos a Poncebos a eso de las 9 y media, y rápidamente comenzamos a andar. Aquí estamos el grupo al completo, yo soy el de la izquierda, en el centro Arturo, y Andrés a la derecha.



Comenzamos la ascensión por la canal del Teju, estrecha garganta que sube hacia el pueblo de Bulnes. El camino gana altura sobre el río con rapidez, dejando unos impresionantes cortados a nuestra derecha.



Al de un rato andando alcanzamos este precioso vallecito, ya de nuevo a la altura del río



Enseguida llegamos a otro puente, si lo cruzamos seguiríamos en dirección al barrio del castillo, y siguiendo esta ruta hasta Amuesa, y posteriormente al refugio del jou de cabrones. Nosotros seguimos en dirección a la villa de Bulnes, a la que llegamos inmediatamente después de pasar por delante de la estación del funicular. Cuesta creer que antes de la apertura de este en 2002, el camino entre Bulnes y el mundo era este que acabamos de recorrer. Sólo de pensar como estará en invierno, y pensando en los habitantes, me parece increíble que aun queden residentes permanentes aquí.



Cruzamos el pueblo entero. Antes de cruzar el puente que se ve en la foto, vemos un cartel hacia el collado Pandebano; este será el camino que cogeremos para volver. Ahora vamos a ir hacia el canal de Balcosín. Para ello como ya digo se cruza el pueblo, y justo por detras de la casa del chiflón sale otro camino que va ganando altura hasta alcanzar una cascada.



La misma se puede pasar haciendo una trepada bastante fácil por su izquierda, pero supongo que con suelo mojado la cosa cambiará. Leí en el foro que había una variante por su derecha, pero como lo vi fácil tiramos por ahí. Al darnos la vuelta, contemplamos Bulnes desde lo alto: una estampa de cuento de hadas.



Tras este paso, enseguida entramos en la garganta de Balcosín. El día poco a poco se ha ido cerrando más, y ahora está totalmente gris, y parece que con niebla tapando las altas cumbres. La garganta se pasa sin mayores complicaciones, aunque si el río viene con agua, no se yo como estará la cosa, ya que cruzamos el cauce (seco en esta ocasión) bastante veces. Llegamos por fin a otro paso delicado: una corta trepada, apenas cuatro metros, pero los agarres escaseaban. Creo que se puede salvar, pero una vez más no me quise complicar saliéndome del camino. En esta ocasión bajé sin mochila para esperar a Arturo, que empezaba ya a notar el esfuerzo. La verdad es que no necesitó mi ayuda para nada, ya que pasó sin ningún problema.
Tras este paso se llega a una especie de circo, con unos grandes paredones de piedra que nos cierran el paso. Aquí hay que girar a la derecha, dirección oeste (hasta ahora veníamos con tendencia sur), por una canal bastante evidente: es la canal de Camburero. En este tramo nos encontramos con las primeras personas desde que salimos de Bulnes.



Al final de la canal, la niebla se ha cerrado bastante más. Llegamos a un vallecito, donde aprovechamos para hacer una parada más larga, comer y reponer fuerzas.



Andrés y yo andamos bien de fuerzas, pero Arturo, menos acostumbrado a estas largas jornadas empieza a sufrir. De todas formas continúa con ánimos, y la experiencia le está gustando muchísimo; y eso que por desgracia la niebla parece que se ha decidido a cerrarse totalmente sobre nosotros.
Continuamos por el camino bien marcado, y enseguida llegamos a una tremenda cuesta formada por una gran canchal de rocas y el camino es de esos de piedrilla que te obliga a dar dos pasos adelante y uno atrás. Aquí Arturo sí que lo pasó mal; en su honor rebautizamos a esta zona como la Cuesta de Arturo (creo que se llama cuesta de las traviesas).

Por debajo nuestro hacia la izquierda se encuentra el jou lluengo, y al otro lado del mismo divisamos el camino que viene de Sotres por la Tenerosa y el collado Vallejo, camino al que parece que el nuestro se unirá en breve, aunque como pudimos ver más adelante, no se juntan hasta el mismo refugio. Según nos comentó a la vuelta un montañero, existe la posibilidad de acceder desde la salida de la Canal de Camburero a este camino, antes de meternos en la anterior cuesta. Comento esta posibilidad ya que puede ser mucho más cómodo que ascender la incomodísima pedrera, aunque nosotros no lo hicimos y por lo tanto no sé exacatamente donde se coge el enlace entre un camino y el otro.
Al cabo de un rato andando la niebla se abre puntualmente y nos deja ver la primera silueta del Picu, espectacular, sobre nosotros:



Esta primera aparición casi nos corta la respiración. Yo ya conocía el Picu desde Horcados Rojos, pero desde aquí no tiene nada que ver, tanto por distancia como por perspectiva
Una vez finalizada la pedrera entramos en una zona más caótica de roca, con algún fuerte repecho y trepadas y destrepes. Al finalizar la última trepada, nos retratamos con el Picu como fondo.



Desde aquí ya no queda nada, y por fin llegamos a la Vega de Urriello, tras algo más de 7 horas de esfuerzo (paradas incluidas).
Una vez en el refugio, nos quitamos las pesadas mochilas, nos aseamos un poco, y nos dedicamos a pasar la tarde.

A última hora de la tarde el día acaba de cerrarse y comienza a llover. Me pregunto si podremos salir el día siguiente hacia nuestro objetivo: la Torre de Cerredo.

SABADO, 26 DE JULIO: Pese a haber dormido un buen número de horas, me levanto con dolor de cabeza bastante fuerte, mezcla de la altura, el calor en el refugio y el dormir en una habitación cerrada con bastante gente (el refugio estaba completo). Es algo que me suele ocurrir, y me había llevado aspirinas para combatirlo. Me levanto a las 6, salgo a ver como está el día; en el refugio ha comenzado la actividad, las cordadas se preparan para atacar el Picu, los guías distribuyen arneses, cuerdas y material de escalada, casi me dan ganas de unirme a ellos, pero no, yo he venido a otra cosa. Lo que veo no me gusta nada: niebla cerrada. ¿cerrada digo? Cerradísima; no se ve más allá de 4 ó 5 metros. Meterme así en terreno desconocido de Picos no me gusta nada, aunque la ruta sea bastante concurrida y me la haya leido y estudiado un sin fin de veces. Me vuelvo a la cama para tratar de dormir algo más, preocupado por la situación.
A las 7 y media me llama Andrés: vamos que ya es hora. El dolor de cabeza ha empeorado. Desayunamos y a las 8 y media ya estamos en la puerta del refugio, con la niebla que no se ha disipado lo más mínimo, envolviéndonos. Discutimos sobre que hacer. En principio, yo, aquejado por el malestar, que parece que va a más, soy partidario de esperar a ver si aclara, pero Andrés dice que el comienzo del camino se ve, y que tiramos para adelante hasta donde podamos. Al final, se impone su opinión.
Salimos en dirección a la Corona del Rasu sin ver apenas nada. Eso sí, consigo sacar una foto a una ¿salamandra?



Al de una hora (mas-menos ???) llegamos a una canal, evidente, pero un tanto complicadilla, es el paso de la Corona del Rasu. En principio este paso es algo más difícil que la trepada a la Torre de Cerredo, pero no tiene patio. De todas formas, no creo que supere el grado II.



Al salir de este paso nos encontramos en una arista, que al aparecer entre la niebla, a mi personalmente me encantó. Me recordaba a la peresecución de la peli el último mohicano, cuando sonaba esa espectacular música, que me puse a tararear. Lamentablemente la niebla no nos dejó ver nada, pero como no sabíamos de las vistas, no nos importó. A la vuelta pudimos ver el espectáculo que se observa desde aquí. Aquí estoy yo sobre la arista.



Continuamos por camino evidente, y ya al fondo divisamos la horcada arenera, a la cual llegamos tras una breve travesía. Aquí la niebla comienza a deshacerse, y nos deja ver el Neverón del Albo, eso sí, aun difuminado.



Tras la horcada arenera, comenzamos una travesía, bien marcada por hitos, y con ligera tendencia descendente. En este tramo hay que tener cuidado con seguir los jitos, ya que la travesía es un tanto confusa, y no hay camino evidente. Durante la travesía un rebeco nos vigila con atención:



La travesía concluye en una especie de colladina, donde se inicia otra travesía que nos dejará en el jou de Cerredo. La torre por fin se ha dejado ver al fondo desde este punto, y al contemplar la verticalidad de su tramo final, los 3 nos preguntamos ¿por ahí hay que subir? pues me parece que va a ser que no.



Decir que en este punto leí que el camino normal remonta una loma de unos 100 mts, y que hay la opción de realizar una travesía sin necesidad de subir, eso sí, por una llambrias inclinadas con algo de patio. La verdad, yo la primera opción no la vi, y aunque el paso por las llambrias pueden impresionar (nada comparable a lo que nos esperará luego en la misma torre), tiramos por ahí, poniendo un poco de atención, pero sin ningún problema. El paso está jitado, y teóricamente, el más sencillo que asciende, también, pero ya digo que yo no lo vi, ni a la ida, ni a la vuelta.

Una vez concluida la travesía, estamos en el collado norte del jou de Cerredo, y a partir de aquí, la ascensión va a ser un poco, un sálvese quién pueda, y tira por donde lo veas mejor hasta la base de la trepada final.

Yo decidí dar un ligero rodeo, primero hacia la izquierda y luego hacia la derecha para alcanzar la citada base. Hay que hacer varias trepaditas fáciles. Vi a otros montañeros que tiraban por una pedrera muy inclinada; a mi esta opción me pareció bastante peor, pero ya digo que yo prefiero trepar por buena roca, antes que andar por una pedrera. Todo es cuestión de gustos. Además creo que di bastante rodeo. Por otro lado, mi dolor de cabeza iba y venía, pero el aire de la montaña y el ejercicio físico, parecía que me estaba viniendo bien (y las dos aspirinas que me tomé, je, je).

El caso es que al final nos encontramos en la inicio de la trepada final. El comienzo es una evidente chimenea que va hacia la derecha. Yo comencé a subir por aquí sólo. Mis compañeros, deciden atacar un poquito más hacia la derecha y abajo de la chimenea, por terreno que parece más difícil a priori, pero que luego pude comprobar que es más fácil. La salida de la chimenea es muy mala, y busco una opción, unos pocos metros antes del final de la misma hacia la derecha, que me coloca en el muro de piedra por el que suben mis compañeros.
Se alcanza una especie de repisa, justo encima de la chimenea, donde hay que girar claramente a la izquierda, y ya con tendencia izquierda, se ve claramente la trepada hasta la cima. La referencia que yo tomé fue un muro bastante vertical, que luego habrá que salvar por su izquierda. Yendo directo hacia este, la trepada no tiene pérdida.

En este punto, Andres se queda; ya lo lleva pasando mal un buen rato y decide que ya ha tenido bastante. Para mi opinión ha hecho lo mejor. Si lo pasas mal al subir, la bajada sí que impresiona. Y aquí se viene a disfrutar, en todo caso sufrir un poquito, a lo sumo, pero no a pasarlo realmente mal.
En cuanto a la trepada es bastante sencilla, no tan vertical como aparece desde abajo, y con multitud de buenos agarres. Eso sí, a medida que subes, el patio se incrementa considerablemente. Hasta que llegas al muro final, y cuando lo sorteas por su izquierda, y pese a que es quizás la parte más sencilla, aquí sí que hay patio de verdad. Yo me lo hice sin mirar, y a toda leche (ya digo que me pareció muy fácil), y no me di cuenta de lo que tenía a mi espalda hasta que inicié el descenso... y acojona lo suyo.
A todo esto, Arturo en ningún momento ha dudado, pese a su corta experiencia en trapada (le he llevado hace una semana a realizar trepadas en roca conmigo en uno de los montes costeros de Cantabria), pero avanza lento y seguro. En todo momento le he preguntado si va bien, y que si tiene dudas se quede con Andrés, pero es él quién decide que se ve seguro, así que me acompaña hasta arriba.
Al llegar a la cima, las vistas son impresionantes. Desde aquí, todos los picos de Europa, toda la Cantábrica, todo el noroeste de España, en fin, nos contempla. Estamos más altos que todos ellos. El Pico de los Cabrones entre el mar de nubes:



Peña Santa asoma entre el mar de nubes, como siempre que la he visto en la distancia desafiante, esta sí que me parece totalmente inaccesible (algo parecido me pasa con el MIdi d'Ossau, si no fueran montañas, y tuvieran vida y personalidad, diría que los dos siempre me han mirado desde sus alturas como gigantes desafiantes, sabiendo de su superioridad, y que será difícil que les pueda conquistar, aunque quién sabe...)



Y nosotros en la cima



Comenzamos el destrepe, y aquí veo el impresionante patio que comentaba antes. Lo paso seguro, pero al pasar Arturo sufro bastante más que cuando he estado yo; conozco mi seguridad, pero no la de mi compañero, ya que ha hecho muy poca montaña. De todas formas, lo baja sin ningún problema, lento, sí, pero con total seguridad y limpieza. Una vez pasado este tramo, la verdad que el resto del destrepe ya no impresiona tanto, hay patio, sí, pero nada comparable a lo anterior, así que a partir de este momento lo disfruto bastante más, sobre todo ya al final, bajando del murete (la parte seguramente más técnica).
Cuando llegamos donde está Andrés, aprovechamos para comer. El hombre está un poquillo aburrido y tiene ganas de seguir.
En principio mi idea era ir por hocada de D. Carlos hacia Horcados Rojos, y de allí volver por la garganta de los Boches. Dado que habíamos perdido bastante tiempo, y se nos había hecho tarde, y que además los otros valles estaban bastante cubiertos (el día fue espectacular en el jou de Cerredo, pero la niebla no se había levantado en los otros jous), me hacen desistir de esta opción, y decido volver por el mismo camino que ya conocíamos de la subida. Esta decisión resulto ser todo un acierto en cuanto a vistas paisajísticas, ya que la zona de Horcados rojos ya conocía, pero al volver por la Corona del Rasu, tuvimos la suerte de poder contemplar una de las imágenes de montaña más bellas que he visto nunca, cuando emergió el Picu entre un mar de algodón:



Al volver nos encontramos en la Vega de Urriello con el mismo panorama que cuando salimos (bueno desde Corona del Rasu, como se ha visto), es decir niebla cerrada. Preguntamos y nos dicen que no ha habido ningún momento de sol. Parece increíble que a poco más de dos horas de allí en el jou de Cerredo el sol nos ha caído a plomo durante gran parte del día.
El día acaba con una cena en el refugio que nos sabe a gloria.
Por la noche hablamos con unas parejas que venían en travesía desde Covadonga, un palizón por lo que nos contaron: las chicas protestaban algo por la dureza de la ruta, Andrés, Arturo y yo nos reímos, como para traer a cualquiera de nuestras mujeres, no hasta aquí, sino sencillamente hasta Bulnes (sin el funicular, claro).

DOMINGO 27: ¡Por fin amanece un día explendido! Salgo corriendo a sacarle una foto al amanecer:



La jornada de hoy, después de los dos días anteriores, va a ser un paseo. Bueno, no tanto, porque vamos a descender 1.700 mts., pero nada comparado con los dos días anteriores. Como ya he dicho el camino que cogimos en este caso fue el de Collado Vallejo-Collado Pandébano-Bulnes, y de allí por la Canal del Teju, coincidiendo ya con la ruta del primer día. Ni se nos pasó por la cabeza coger el funicular: Queríamos hacer el descenso completo.
Como se trata de una de las rutas más concurridas de Picos, no me voy a extender, tan sólo algunas fotos:
Yo con el Picu al fondo



Expedición al completo en Collado Pandebano



Esta imagen me encantó



Por fin me despido del coloso: ¡Hasta pronto!



En Bulnes paramos un ratito, y aprovecho para comprar miel en una casa particular (un regalo a la mujer, que la gusta la miel de calidad, para que me deje volver, je, je, je).
Casi al final de la Canal de Teju aprovechamos una pequeña pocita para lavarnos y refrescarnos un poco, algo que agradecimos pese a la temperatura del agua.
Una vez en Poncebos, la decisión más difícil de los 3 días: ¿donde y qué comer? Al final fuimos hasta Arenas, donde nos metimos un extraordinario solomillo al cabrales regado con buen rioja... ¿a alguien se le ocurre una mejor forma de acabar estos magníficos 3 diás en Picos de Europa?

Aquí os dejo un croquis con la ruta: