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sábado, 13 de junio de 2009

SIERRA CANTABRIA (CRUZ DEL CASTILLO-LARRASA-PALOMARES)

Sierra Cantabria es el nombre de una alargada formación que surca todo el sur de Alava, separando la rioja alavesa (y el resto de la Rioja) de esta provincia. Se divide en 3 sectores: Sierra de Toloño al oeste, hasta el puerto de Herrera, sierra de Cantabria propiamente dicha, la más larga y que tiene las mayores elevaciones, y sierra de Codes, al este, ya delimitando con Navarra.



Esta sierra se puede considerar como el separador de clima atlántico que quedaría al norte, con el clima continetal de la meseta, al sur. No hay más que llegar al cordal cimero y comparar los verdes de la vertiente norte



CON los espesos bosques de hayas y tejos, con el sur, más ocre, paisaje típicamente de la Rioja, con vegetación más baja y más de tipo mediterraneo, como se vé en esta foto de Laguardia:



En concreto hemos ido a la zona central y más alta de la sierra que domina el valle de Peñacerrada al norte, y la amplia llanura de rioja alavesa al sur, con Laguardia como ciudad más importante. En este setor se elevan 5 imponentes moles rocosas, conocidas como los 5 dedos, por las vistas que ofrecen desde el sur, si bien tan sólo subiremos a las 3 más sencillas: La cruz del Castillo, Larrasa y Palomares.

La subida a Cruz del Castillo no tiene ninguna dificultad, tan solo andar por camino, en el tramo final estrecho, con un poco de cuidado. He catalogado como dificultad media toda la travesía, ya que sin entrar en la propia arista (escalada), hay muchos pasos comprometidos a lo largo de la misma.

Salimos del pueblo de Lagran, al cual se llega por carretera desde Vitoria, desde Peñacerrada, o desde el puerto de Herrera. Nosotros dejamos el coche en el mismo pueblo, pero se puede continuar por pista ahorrando quizás un par de kilómetros.

Salimos por camino asfaltado que se convierte en pista de tierra. Hay varios cruces, pero siguiendo las marcas de GR y PR que coinciden en esta primera parte del recorrido, no tiene pérdida. Además hay muchos carteles informativos. Nosotros subimos por la ruta de las carboneras: a lo largo de la misma hay 3 de estas, con carteles explicativos de la actividad. La ruta atraviesa un precioso hayedo en fuerte repecho que en bastante ocasiones te hace perder el aliento.

Al cabo de unos 50 minutos llegamos al puerto de Toro, un amplio collado donde el bosque se abre, y nos deja ver las primeras vistas del valle al norte. Aquí hay que coger el camino que sale a la derecha y es ascendente (si cogemos el descendente, nos iríamos a Laguardia). Aquí se ve la Cruz del Castillo desde el pueto:



Al principio sube levemente, pero al poco la cuesta se hace insufrible, así como la estrechez del camino, salpicado por matorral que te araña por todo el cuerpo.

En otros 20 minutos aparecemos en un estrecho collado herboso entre Cruz del Castillo que aparece a nuestra derecha y el impresionante y desde aquí inaccesible Larrasa a nuestra izquierda.



La cima de Cruz del Castillo se ve perfectamente y tan solo queda subir por un caminillo en el que hay que tener cuidado por la tierrilla que te hace resbalar. En poco más de hora y media hemos llegado a la cima de este bonito monte con una espectacular cruz en su cima.



Las vistas impresionantes hacia ambas vertientes y hacia la arista que continúa desde el puerto de Toro hacia el este (el pico más significativo de la misma es la Peña del Leon, y la apariencia es afiladísima, habrá que intentarla en otra ocasión), y la continuación de la sierra hacia el oeste, con el Larrasa casi al lado nuestro, y más alejado el Palomares, último objetivo del día.

Larrasa es la máxima altura de la sierra, si bien este honor le ha sido concedido hace poco, ya que con anterioridad se pensaba que este honor recaía en Palomares. Cima también conocida como falso Palomares hasta que decidieron darle el nombre de Larrasa, por ser la máxima altura.

Desde la Cruz del Castillo hemos de volver al pequeño collado y aquí surge un camino que más adelante se bifuca, continuamos sin perder altura (el otro camino va perdiendo altura, y será el que tomemos para alcanzar Palomares, bastante más alejado).

El camino nos lleva enseguida a una canal bastante empinada. La canal en sí no es nada complicada, pero tiene muchísima tierra y grijo suelto, con lo que es bastante complicado progresar. Hay unas cuerdas, que no me parecieron en bastante buen estado para ayudar en la subida. Más que en la subida (ni las toqué), vienen bien a la bajada como seguridad, pero mejor no fiarse demasiado de ellas.



La canal en cuestión gana unos 10-15 metros de altura, y la parte más peligrosa es el inicio, porque es la que resbala más. Posteriormente hay un par de pasos más difíciles, pero con menos patio y mejores agarres.

Tras haber subido la canal avanzamos unos pocos metros y giramos a la izquierda y aquí tenemos otro paso singular. Son dos rocas que no dejan pasar a una persona. Lo tienes que pasar de lado, y, por lo menos nosotros, dejamos la mochila (si no, no sé si hubiera pasado, la verdad). Hay que trepar, pero es muy sencillo por los agarres, y además si te tropiezas, seguro que quedarías enganchado entre las rocas.

Una vez superado este obstáculo, tan sólo hay que subir unos pocos metros y en apenas 20 minutos desde que salimos de la Cruz hacemos cima. Cima estrecha y alargada, con impresionantes precipicos a ambos lados. Desde aquí se puede iniciar una aerea y vertiginosa arista hasta Palomares. Nosotros esta opción ni la contemplamos, sin tener material.




La bajada de Larrasa hay que hacerla con sumo cuidado. La parte estrecha de las rocas se pasa fácil; basta con dejarse caer y buscar agarres para no golpearte con la roca, pero en caso de caida te paras seguro, salvo que seas un tirillas. Pero el tramo de la canal me pareció muy peligroso, y no sólo para los que bajan, sino para los que puedan estar por abajo; mi compañero lanzó una piedra de considerable tamaño con tan mala suerte que bajó lanzada hasta el camino al Palomares (unos 30 mts. más abajo) y le pasó rozando a uno de los chicos con los que veníamos coincidiendo en todas las cimas. Sin ser difícil, sí que me pareció peligroso por lo resbaladizo del terreno; con lluvio no quiero ni pensarlo. Aquí sí que nos ayudamos de la cuerda, por lo menos como seguridad más sicológica que otra cosa; yo iba con la cinta en una mano y la otra agarrandome bien a las pocas presas que había.

Una vez alcanzado el camino, tenemos que regresar hacia el collado y sin llegar a él, coger el camino descendente que nos llevará a la última cima del día: Palomares.

Una vez que cogemos el camino hay que descender, de nuevo con mucho cuidado, pues hay gran cantidad de roca suelta y los resbalones están a la orden del día. El objetivo es claro, un pequeño y abrpto collado que se divisa unos cuantos metros por encima de nosotros. El camino deja de bajar y comienza a ascender entre matorral de forma brusca: el ascenso no parará hasta el collado comentado.



Este collado nos permite pasar a la vertiente sur (recordemos que veníamos por la norte), y comienza una larga y laboriosa canal, bastante encajonado y tapizada por matorrales de boj, que en muchas ocasiones nos ayudarán como agarraderos. La canal es larga, unos 20 ó 30 metros. De nuevo no es difícil, pero hay que echar las manos en varios pasos, sobre todo el último de ellos, bajo imponentes espolones de roca, que si no me equivoco caían desde el Palomares Central. Esta canal con terreno mojado me temo que será otra cosa bastante más difícil y peligrosa. Salvo el paso final, un destrepe de unos 4 ó 5 metros bastante verticales, y con pocos agarres, el resto es bastante sencillo. En este último paso, lo mejor es echar mano del boj, y conseguir mejores agarres que los que ofrece la roca.

Una vez finalizada la canal, hay que ir por un camino bajo la impresionante pared que cae de la arista; el camino es estrecho y no tiene pérdida, y nos llevará a otro pequeño collado herboso, desde donde ya se ve el Palomares.



Desde aquí caben dos opciones: seguir hacia abajo por un caminillon que nos situará en la canal de acceso al torreón cimero de Palomares, que yo empecé a bajar, pero al perder mucha altura volví sobre mis pasos, y nos dirigimos al otro paso, que ya en principio me daba un poco de yuyu, y que luego vino a confirmar mis peores temores.

Para llegar a este nuevo paso singular, hay que seguir por un camino que sube poco a poco hasta llegar a una pared que nos impide el paso. A nuestra izquierda una angosta hendidura entre dos piedras que nos permitirá el paso, pero que a falta de dos metros del suelo prácticamente se desploma. La solución es fácil: saltar. El salto es limpio y sin peligro. Pero a mi me daba miedo por una posible mala caida. Pero como no había querido continuar buscando el cruce con el camino de subida, y no quería retroceder de nuevo, decidí intentarlo.

Para alguien menos voluminoso que yo, es posible que lo mejor se darse la vuelta justo al final y descolgarse; pero la estrechez del paso a mi no me lo permitía, de forma que salté, caí mal como me temía y me hice una fuerte contractura en el talón. A partir de aquí comenzaron mis sufrimientos.

Como me di cuenta de que me había hecho mucho daño, y no quería que el pie se me enfriara, tiré para arriba como una bestia por la arista, deseando llegar cuanto antes a Palomares. La arista es fácil, pero aerea, hay que andarse con cuidado de no resbalar. Luego se coge un caminillo que viene de Lagrán, y se sigue justo hasta los últimos 5 metros, que son una fácil y bonita trepada, bastante vertical pero con muchísimos agarres.



Cima escueta, pero desde aquí se puede contemplar la arista en toda su magnitud. Impresionante. La bajada por el camino que nos llevará a Lagrán. La primera parte, pues como todo en esta ruta, parece fácil pero se complica, porque es bastante vertical y resbala lo suyo, hay que pararse cada poco en pasos donde es recomendable poner las manos. Tras unos cuantos metros de bajada veo el caminito que bajo desde el collado mencionado antes, y que nos hubiera librado el dichoso paso del salto.

Bajamos bastante más, y finalmente paramos a descansar. El pie no me va bien, y en cuanto se enfría veo que va a ir peor. Pero no queda otra que seguir. Cuando llegamos al llano me hago con dos palos (¿por qué me dejaría los bastones en el coche?) y continúo la bajada procurando forzar lo mínimo posible el pié derecho.

A falta de dos kilómetros para llegar al pueblo paro a una furgoneta (primer vehículo que veía ya en el tramo final) y le pido que nos lleve hasta el pueblo, porque me está doliendo bastante. Mis saludos y agradecimiento a los dos chicos que me evitaron esos dos kilómetros.

Ya en casa no creo que sea una lesión importante, aunque me parece que voy a tener que parar mínimo dos o tres semanas. En fin. El salto como digo no es peligroso, pero me temía que algo así pudiera ocurrir. Mejor que la gente sepa que existe la opción de enlazar con el camino que viene de Lagran.

Por cierto que la bajada por este lado también es preciosa, por un tupido bosque de hayas y tejos, por lo que merece la pena subir aunque sólo sea por este bosque.