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jueves, 16 de julio de 2009

CIRCO DE LUNADA: CUBADA GRANDE (1584), VALNERA (1718) Y PICO DE LA MIEL (1573)

Día del Carmen. Este año tengo festivo en el trabajo y llevo tiempo queriendo celebrarlo con una ascensión. En un primer momento había pensado en Aneto, tomándome el puente de 4 días. Una lesión en el pie derecho en el mes de junio ha impedido que llegue en condiciones mínimamente aceptables, de forma que decido cambiarlo por una montaña mucho más asequible. Finalmente decido diseñar una ruta circular que me lleve a visitar a 3 de los grandes del circo de Lunada.

Croquis de la ruta:



Estamos en el norte de la provincia de Burgos, en una zona limítrofe con la provincia de Cantabria. En esta zona encontramos las últimas elevaciones importantes de la Cantábrica antes de su declive definitivo al llegar al puerto de los Tornos, donde tradicionalmente se considera que comienzan los montes vascos, esa especie de transición entre el Pirineo y la Cantábrica. Pese a la modesta altitud de este macizo (supera por poco los 1700 mts), sus impresionantes paredones hacia la vertiente cántabra, y la despoblación de su vertiente sur, hace que sea una zona bastante aislada, con comunicaciones precarias, alejada de los grandes ejes de carreteras y autopistas. De hecho pese a distar unos sólo unos 70 kms de Bilbao, el viaje dura cerca de la hora y media. Por la zona cántabra las comunicaciones son aun peores.

Los puntos para atacar el macizo están alrededor del puerto del portillo de la Lunada, que une Espinosa de los Monteros en Burgos, con el valle de la Vega del Pas en Cantabria. Se puede elegir como comienzo la estación de esquí de Lunada (complejo muy pequeño) o como hemos hecho nosotros las cabañas del Bernacho. Para llegar a ellas, una vez pasada Espinosa, seguir en dirección al puerto de Estacas del Trueba, y a nuestra derecha aparecerá, poco después de pasar el pueblo de la Machorra, el desvío hacia Lunada. A 3,3 kms desde este cruce, sale una pista de tierra a nuestra izquierda, que habremos de seguir casi hasta el final. Poco antes del mismo, dejar el coche donde mejor se vea, para comenzar a andar. El camino hacia Cubada Grande y Castro Valnera, sale desde la última curva a la derecha, donde hay un cartel indicativo.



Salimos por el camino que atraviesa un bonito hayedo. Vamos a la sombra caminando bajo el tupido bosque, que tiene un aspecto precioso, al igual que el resto del valle, tapizado totalmente de verdes, gracias a la lluviosa primavera que hemos padecido (o disfrutado) en el norte. El camino no tiene pérdida y al de 20 minutos sale del bosque, desde donde ya divisamos el collado del Canal, punto desde el que se ataca con facilidad tanto la Cubada Grande como Castro Valnera. El camino gana en pendiente, y después de un mes de parón, empiezo a resoplar. Al de unos 40 minutos llegamos al collado.



Para atacar Cubada Grande hay que dirigirse a la izquierda. El camino dista mucho de estar claro. Yo opto por escorarme mucho a la izquierda y salvar un primer murete de roca por el paso más sencillo. A partir de aquí, por sendero más que difuminado procurando ganar el terreno más cómodo. La fuerte pendiente nos obliga a ir subiendo en zetas hasta alcanzar la muralla rocosa que proteje la cima. Miramos algún paso, pero ninguno nos convence, así que avanzamos hacia la izquierda, hasta que la muralla cede y nos permite un cómodo y rápido acceso a la cima. Si se tienen ganas de trepar, ví al menos 3 sitios para superar la muralla, que me parecieron fáciles, pero con el pie aun no totalmente recuperado, no tenía ganas de arriesgar lo más mínimo.

Desde la cima extraordinarias vistas hacia todas partes excepto al norte, donde la mole de Castro Valnera tapa la perspectiva de la Vega del Pas. Como este es nuestro próximo objetivo, no me importa, porque sé que las podré ver en breve.
Mole de Castro Valnera



Valles pasiegos



Posando en la cima



Corto descanso y para abajo. En esta ocasión no me meto tan rápido en el descenso, si no que continúo por el borde de la muralla hasta que llegamos a un caos de bloques, de donde sale un pequeño sendero muy difuso, que seguimos. Esta opción (la he puesto en azul en el siguiente croquis), me pareció bastante más cómoda que la que tomé para subir. Para ello desde el collado, y en lugar de tirar hacia la izquierda hay que coger y comenzar a subir hacia la derecha. Los trazos en rojos y azul son aproximados.



Una vez en el collado, se ve claramente el camino que se bifurca al pie de la primera muralla rocosa que defiende Valnera. Hacia la derecha no tengo claro donde nos llevaría (es posible que también a la cima). Nosotros cogemos el ramal izquierdo (dirección oeste). Al de poco aparece una grieta en el muro de piedra por donde asciender con comodidad (no hay que trepar en ningún momento). El camino sigue, y aunque hay algún ramal, yo creo que todos llevan a cima. Nosotros seguimos por el que parece el principal, bastante cómodo, aunque el desnivel es importante hasta llegar a una zona de roca, donde el camino desaparece, pero hay hitos. Cuando se supera esta zona el caminillo vuelve a aparecer. Pongo un croquis aproximado de la subida al Valnera:



Esta parte de la ascensión es muy bonita y agradecida, ya que el camino asciende poco a poco, y no tiene la dureza de Cubada Grande, ni la que más adelante encontraremos en el Pico de la Miel. Por fin llegamos a la arista cimera, amplia, y sin peligro, pese al abismo que se precipita hacia la vertiente cántabra. Aquí ojo, porque la cima parece que es un pico que aparece a nuestra derecha, y hacia allí fuimos, dejando la cima principal detrás nuestro. Se debe coger hacia la izquierda, y subir a una especie de castillo rocoso que es la cima de Castro Valnera, el rey de Lunada. Nosotros tuvimos que retroceder un poquillo, pero nada que no tuviese remedio.

Cima del Castro Valnera en poco más de dos horas y media desde la salida.



Las vistas sobre Cantabria espectaculares.



Desde aquí se divisan en la lejanía Picos de Europa y Montaña Palentina, aunque hay algo de neblina. Otro vecino de Lunada, Peña Lusa:



Corto descanso, y de nuevo hacia abajo, en este caso siguiendo la arista norte, que tiene un aspecto amenazador pero es sumamente sencilla (de hecho no es necesario ni posar las manos en ningún momento).



El descenso nos deja en otro collado, y ante nosotros el Pico de la Miel, o mejor dicho, desde aquí sólo vemos su antecima. A este collado habrá que volver luego para coger el camino de vuelta a las cabañas del Bernacho.



Una vez en el collado, se ve un camino muy directo a la cima. Decidimos no coger este, sino bordear el pico dejándolo a nuestra izquierda por otro camino. Este, al poco, gira bruscamente a la izquierda, enfilando ya claramente el pico, que en realidad no es el pico de la Miel, sino una antecima. Vemos que se puede acceder a la arista por una canal bastante empinada un poco más a nuestra derecha, pero seguimos por el camino que traíamos, para luego continuar por la cresta.

Este tramo es el más duro de la jornada, y probablemente el más empinado, aunque no hay dificultad en ningún momento. Al fin llegamos a la antecima, sólo queda seguir el fácil camino que cresteando nos lleva al Pico de la Miel, que en forma de balcón se ve a poca distancia.



Según avanzamos, en la vertiente de nuestra derecha vemos las instalaciones, ahora paradas, de la estación invernal de Lunada. Al fin, tras 4 horas de caminata, alcanzamos el Pico de la Miel, último objetivo de la jornada. Txaku con Peña Lusa como fondo



Y yo con Castro Valnera, con su cresta más espectacular



Larga parada para comer, reponer fuerzas, y comenzamos el descenso al collado.

Desde el collado cojo un camino que va a media ladera, por la parte derecha del valle (parte derecha según se mira hacia el collado desde las cabañas). Este camino está bastante poco transitado, y desde luego deja mucho que desear, pero después de un buen rato sin apenas perder altura, acaba haciendolo casi de golpe al final, justo sobre las cabañas. Yo creo que tiene que haber otro camino que baje más por el fonde del valle hacia las cabañas, pero no lo aprecié desde el collado, y decidí seguir el más evidente. En cualquier caso, sería interesante, ya que este tramo se hace largo y pesado, más que nada, porque al estar poco pisado, hay mucho monte bajo que te acaba machacando las piernas a pinchazos.

En total la ruta nos llevó 5 horas y media con paradas, y llegué más cansando de lo que creía. En un mes se pierde bastante más forma que lo que parece; ahora sólo espero llegar en condiciones a agosto para afrontar la ruta que queremos realizar en Pirineos (y en la que también me acompañará Txaku).

Preciosa ruta, sin ninguna dificultad, más que la longitud y dureza del recorrido, por una zona muy poco trillada (aunque era día laborable, me sorprendió encontrarnos únicamente con otro montañero en la cresta del Valnera).

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