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miércoles, 19 de septiembre de 2007

UNA CITA A SOLAS CON LA MONTAÑA: ASPE 2645

Desde que empecé a hacer montaña, he hecho muchas ascensiones y jornadas en solitario. Al principio porque no encontraba a nadie con quién ir. Más adelante he ido haciendo un grupo de asiduos, pese a lo cual me ha seguido llamando esas jornadas en solitario, en las cuales te encuentras mejor contigo mismo, con tus posibilidades y limitaciones, a solas con el coloso. Entonces es cuando, al menos yo, saco lo mejor y lo peor de mi mismo, y realizo toda una introspección. Es al final de estas jornadas cuando saco todo fuera: el estress, las preocupaciones, la rutina... y valoro mucho mejor mi vida tal y como es.

Pese a ello, he recibido infinidad de críticas por el peligro inherente a realizar una actividad de riesgo en solitario. No acosejo ni desaconsejo a nadie ir a la montaña en solitario; cada cual debe evaluarse y conocerse y decidir en consecuencia.

No obstante, en ciertas ocasiones, la brutal presión de la soledad en la montaña ha acabado aplastándome. Una de esas ocasiones fue en mi primera incursión en Picos, cuando tras haber ascendido Horcados Rojos, me dirigí a Peña Vieja, montaña de fácil acceso, y sin embargo, entre el hielo que había por una nevada de unos días atras, y sobre todo la angustiosa sensación de estar absolutamente solo en aquel paraje grandioso, me hicieron darme la vuelta.

Algo parecido me sucedió en el Aspe, aunque en esta ocasión vencí mis miedos y conseguí culminarla, pero a lo largo de las 6 horas que estuve de ruta no me crucé ni vi a nadie; como lo digo, a nadie. Hubo momentos en el que esa sensación de soledad, de sentirte absolutamente insignificante ante la grandiosidad del entorno, me hicieron dudar y plantearme darme la vuelta. Pero la sensación de logro, de haber superado una barrera mucho más difícil y elevada que la propia montaña: la que se encuentra en el interior de cada uno, convirtieron la jornada en inolvidable.

El Aspe es una gran montaña. Domina claramente la sierra de Aisa, importante linea de cumbres que se eleva al oeste del valle de Canfranc, y que configuran la cabecera del valle de Aisa. Algo más baja que los gigantes que dominan el circo de Ip, y del colosal Midi, algo más al norte, no deja de ser un dosmil de gran carácter, que compone junto a sus vecinos de sierra la montaña mágica de Candanchú, famosa por ser la estación de esquí pionera en España, y de muy gratos recuerdos para mi, porque fue donde me inicié como esquiador.

Al Aspe se puede subir desde Aisa por la vertiente sur (desconozco totalmente este recorrido, que seguramente sea más interesante, por estar menos humanizado), o desde Candanchú por su vertiente norte, donde la sierra presenta un aspecto realmente infranqueable, como una inexpugnable muralla de roca. Yo me decidí por la ruta desde Candanchu, sobre todo por el hecho de conocer gran parte del recorrido de la misma, de mis viajes de esquí.

Croquis de la ascension:



Nuevo madrugón, y salida hacia Jaca (ya estoy muy acostumbrado a este viaje); llego a la estación de Candanchú a las 9 y media de la mañana. Nada que ver con la imagen invernal. No hay un alma, y casi todos los bares y tiendas cerrados. Desayuno en la única cafetería abierta, y me pongo en marcha. Atravieso el parking y llego a las pistas Principe de Asturias, por las que remonto. La niebla es espesa, y este es el panorama:



Alcanzo la parte alta de la loma y desciendo hacia la Rinconada, donde está la estación de salida del telesilla. A partir de aquí voy remontando, sin apenas ver nada por la conocida pista, hacia el puerto de Tortiellas. A media subida, los jirones de niebla se van deshaciendo y el sol impone su fuerza:



Cada vez con más fuerza



En el paso de Tortiellas el sol luce espléndido, y me muestre este espectacular panorama del valle de Candanchú a mis piés, con la imponente silueta del Midi al fondo



Una vez en el paso, debemos de ir en dirección oeste, tratando de perder la mínima altura posible, bordeando las puntas de Esper por su vertiente sur. Lo más cómodo es perder algo de altura al principio, de forma que nos dirigimos hacia la muralla que forman el contrafuerte entre Aspe y lomas de Esper, por la zona baja del barranco de Tortiellas. El Aspe se asoma desde el puerto:



Empeñado en no perder altura, voy remontando por terreno complicado hacia la arista occidental de la Tuca Blanca. Las diferentes chimeneas y trepadas son cada vez más complicadas. La dificultad y la soledad me empiezan a pasar factura y empiezo a dudar. De hecho me lanzo a por una última canal, y me digo que si a partir de aquí no veo clara la salida, vuelvo sobre mis pasos. La canal es más difícil de lo que parece y en los tramos finales las paso canutas, pero salgo a terreno más despejado, no en la arista propiamente, sino unos metros más abajo.

Continúo en dirección oeste, hasta que llego a un collado. Me quedo sin aliento. El impresionante circo de Aspe se abre sobre mi, con el Aspe observando atentamente mis evoluciones:



Y llena de la Garganta



El barranco de Tortiellas visto desde su cabecera, con la Collarada y los gigantes de Ip como telón de fondo



Desde el collado se ve claramente una canal de bajada, y luego la evidente ruta de subida a un nuevo y pequeño collado entre Aspe y una cima secundaria. La bajada de la canal no es nada difícil, y una vez superada la tensión de haber estado avanzando fuera de la ruta, y con la tranquilidad de volver a la misma, hago una primera parada para descansar y reponer fuerzas y prepararme para el asalto final.

La subida es fácil pero muy dura, hasta un punto en el que se ve el desvío que hacia la derecha nos llevaría al paso de la garganta de Aspe y al valle de Aisa (ruta del sur), y hacia la izquierda, en una rápida ascensión nos deja en la cima. La ascensión me llevó aproximadamente 3 horas. Collarada y circo de Ip



Midi d'Ossau, espectacular, como siempre



Y los dos Anayet, con el pico con su esbelta figura



Y una foto mía en la cima, donde hay un curioso buzón con forma de cabaña



Ya solo queda el descenso, que ahora sí realizo por el fondo del barranco, por donde es más sencillo, deshaciendo el camino de la subida. Llegué a Candanchú tras 5 horas y cuarto de excursion, no muy larga pero dura. Como siempre que afronto una jornada así, las sensaciones a la vuelta, con el cansancio y la relativa seguridad de haber pasado lo más difícil, me hacen sentirme en un estado de relajación total y absoluta. Quizás sean estas sensaciones tan difíciles de describir, lo que me hacen volver una y otra vez a desafiar estas montañas.

Para acabar unas estampas de la Zapatilla



y de Pista Grande ya en Candanchú



Aunque no tenga nada que ver con la montaña en general ni con Aspe en particular, y dado que son fotos de ese mismo día, las pongo aquí. Como ya he dicho he ido muchísimas veces a Jaca desde Bilbao para esquiar, para hacer monte, y siempre paso por el pantano de Yesa, un paraje que a mi me encanta. En esta ocasión le saqué una foto a la mañana, cuando iba a Jaca, y otra a la tarde, según volvía. La verdad que los efectos de la luz sobre una mismo paisaje son extraordinarios. Bueno, pongo las dos fotos para que compareis


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